viernes, 13 de octubre de 2017



LA FRENTE


Nada más solitario que mi frente
sin cómplices, con signos incubados en las sienes palpitantes.
Con arrugas que hablan más que mi boca
y que se tiñen de rojo cuando te avistan.
Esta frente ingenua,
febril,
desnuda y terca
se entrega a ensoñaciones como el tren a la niebla. 
Entabla conversaciones ficticias con un desconocido
le da vueltas y vueltas al asunto hasta alcanzar el punto de la crema batida.
Es una guerra fría la que entablo bajo esa piel tirante
por la que pasa un rodillo de atropellados pensamientos a cada minuto.
Es extraña la frente: mira sin ver, como un norte que ni la brújula detecta.
Hundida en los huesos sin trastorno,
en balcón a los cuatro vientos
con los cabellos suicidas
o esporádicas visiones que enarcan las cejas y luego las dejan caer
desde un tobogán de desconcierto.
¡Emplea tanto tiempo esta frente en su ruina
en aclimatar recuerdos,
en hacerse una fama!
sí, una fama, que no es precisamente de doncella planchada,
que necesita subir a la superficie
y tomar el sol en cueros y escapar como ave del paraíso
hacia corolas de terciopelo.
Y si se escapan gotitas de sudor
la frente se deja secar, destruir las pruebas
recuperar la calma de los nenúfares.
Todo cabe en mi frente
las arañas que tejen lianas
los monos que saltan de una punta a otra de las orejas...
Pero nunca aprende a nadar y guardar la ropa.