viernes, 10 de noviembre de 2017



Cebos


El mar ruge como un tigre que comió carne con clavos.
Un pescador lanza su caña en el desorden sin amarres.
Huele a podrido, a todos los hombres, a todos los peces
que se cocieron en el hedor insoportable de la muerte.
La vieja satisfacción tensa los hilos, engrasa los anzuelos. 
Los anzuelos se lanzan en tres direcciones:
Hambre (de todo tipo)
Fe ciega
Amor propio.