viernes, 2 de febrero de 2018




A salvo

Desde las sombras del comienzo
hasta el final del minutero, el anhelo sostenido
en precario anticipa la caída. Sin bálsamos,
sin cáscaras sedentarias, con el estoque amarillo del sol
y la pereza de una ciudad dormida.
A la mujer que se asomaba a la barandilla de un puente
se la tragó el mar, el mar desatado se tragó a la criatura
la ola gigante dejó sombras ocres y puntos
plateados como estrellas de un belén en descuido.
No temas: las plumas, los crepúsculos, las rosadas caracolas
se mantienen a salvo en una caja de zapatos sin etiquetar
(benditas cajas de zapatos que preservan reinos cenicientos)
Ya no saltan ratones en un cepo, con sangre
y gritos incómodos. Aún me sostiene un orgullo
equiparable al coraje y al desafío.
La erosión permanente desgastó mi mirada
y tejió para mi corazón la mortaja.
El viento helado sacude paraguas
y nuestras lenguas son ásperas cremalleras vivaces.

La caja, ¡ay!, resiste temporales.